Capítulo 40
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Capítulo 40
El mayordomo dio la orden a la cocina de prepararle a Soraya su plato favorito. Justo cuando estaba a la mitad de su comida, apareció una visita inesperada.
“Yaya, ¿por qué no has contestado mis llamadas estos días? Te he llamado un montón y nunca respondes, ¿acaso se te dañó el celular?“.
Soraya levantó la vista hacia la recién llegada. Ah, la falsa mejor amiga de la verdadera Soraya, Romina, había llegado.
Romina Villarroel, con un vestido largo blanco, esbelta, llevando un bolso de Chanel y con el cabello suelto sobre los hombros, se veía radiante. Al entrar, notó que Soraya había dejado atrás su anterior estilo excéntrico por uno más convencional, sus ojos brillantes destacaban aún más, ¿qué estaba pasando con esa falsa? ¿Cómo era que de pronto había decidido verse normal? Y al notarla arreglada, pero con un maquillaje sutil, dejando ver su hermoso rostro sin reservas, Romina no pudo evitar sentir una envidia que la consumía. No era justo que, además de nacer en una familia acomodada, esta tonta tuviera una cara que cautivaba a cualquiera.
Romina fingió sorpresa. “Yaya, ¿cuándo decidiste arreglarte el cabello? Antes lucías única, ¿sabes? Muy auténtica“.
Y en voz baja, le preguntó: “¿Cambiando de look para no divorciarte de ese inválido? ¿Funcionó lo del otro día? He intentado llamarte, pero nunca contestas, ¿qué pasó con tu celular?“.
Soraya la miró con desdén y le dijo: “Comer en silencio, dormir sin hablar, ¿no ves que estoy comiendo? Qué falta de modales“.
Claro, Romina estaba bloqueada en su teléfono, por eso nunca contestaba. Ésta abrió los ojos de par en par, sin creer lo que escuchaba, ¿de qué hablaba esa tonta? ¿Modales? ¿Acaso ella sabía el significado de esa palabra? Una mujer de mala fama, grosera y siempre metida en líos hablándole de modales, era para morirse de risa. Entonces su vista se fijó en los chiles picantes del plato: “Yaya, si antes no podías con el picante, ¿qué te pasó? ¿Es acaso que tu marido sigue negándose al divorcio? Pero no tienes por qué dañar tu salud por eso, podemos pensar en otra
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estrategia para que él te deje ir“.
Soraya golpeó la mesa con sus cubiertos: “¿Vas a terminar alguna vez? ¿Qué te importa si me divorcio o no? ¿O acaso estás esperando que lo haga?“.
Romina se quedó sin palabras. Luego, fingiendo preocupación, le dijo: “Yaya, ¿qué te pasa? Eres mi mejor amiga, ¿cómo voy a desear que te divorcies? Siempre fuiste tú quien quería dejar a tu marido por Tiziano. Yo solo quiero tu felicidad, nada más. Si crees que estar con tu marido actual te hace más feliz, entonces olvida el divorcio y disfruta tu vida con el señor Fuentes. Eres mi única amiga y solo deseo tu felicidad“.
‘Qué nivel de actuación‘, pensó Soraya. Esa mujer debería estar en la televisión, no allí montando dramas. No era de extrañar que la verdadera Soraya se dejara engañar por ella y sus compinches.
Soraya la miró, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos: “Sé bien lo que piensas, y tus pequeños juegos me son completamente transparentes. Me hice la desentendida solo para ver hasta dónde llegarías, pero ya me cansé de este juego. No quiero volver a verte, no necesito una ‘