Heredera divorciada Novela de Juliany Linares

Chapter 64



Chapter 64

Directas indirectas.

Durante el vuelo, estuve sentada junto a Vincent, una Abby dormida y Tristán que miraba por la ventana, sin moverme para nada de

mi asiento.

En un intento por calmar mis nervios por la incómoda situación en la que me vi con Alexander antes de despegar, revisé las

********, encontrándome con un tema en tendencia que tenia dias rondando en las redes.

“El retorno de Sarah Doinel ha dejado huella.”

“Sarah Doinel hizo justicia por su propia cuenta con una demanda millonaria a las damas de la familia Lancaster por

difamación.”

“¿Venganza? Rachel Duncan ha sido sentenciada por intento de homicidio en contra de la hereda de Doinel.”

Lei los titulares que más llamaron mi atención y no pude evitar esbozar una sonrisa. Volver a New York no fue tan malo después de todo, no le habría dado su merecido a las viboras que seguían atacándome y no hubiese descubierto lo que habia detrás de mi divorcio.

Lei unos cuantos comentarios en los que despreciaban a mi exsuegra y excuñada, pero más que nada a Rachel, la demanda habia causado un gran impacto y su reputación estaba por los suelos, con eso lo pensarian dos veces antes de volver a atacarme.

Le envié un mensaje a Jack, quien estaba sentado junto a Maga y un callado Paul, no queria que nadie más que él supiera lo que le iba a pedir.

“Por favor, contacta a mis abogados y que se encarguen del asunto de Rachel Duncan, no importa lo que tengan que hacer, necesito que ella diga todo lo que sabe.”

Jack se removió en su asiento, antes de darme una fugaz mirada y contestó con un: “Cuenta con ello.”

Le di una rápida mirada al asiento que estaba siendo ocupado por mis padres y el par de invitados cada uno con su asistente, entonces mi mirada se cruzó con aquellos ojos miel, que al parecer no podian apartarse de mi en ningún momento.

Mi padre se dio cuenta que los observaba y me regaló una sonrisa antes de llamarme para que me acercara y usé a Tristán como pretexto para rechazar su petición, sin embargo, mi madre me pidió que fuera con él.

-¿Te acompaño para que no te sientas incómoda? -preguntó Vincent al darse cuenta que no estaba de ánimos para ir hasta los This content © Nôv/elDr(a)m/a.Org.

asientos de atrás.

Descuida, no tardo, no pasará nada fuera de lo común. -dije antes de tomar la mano de Tristán y llegar hasta mis padres. Mi padre me hizo un espacio a su lado y me senté con Tristán sobre mi regazo, aunque no duró más de diez segundos antes de que se lanzara a los brazos de Alexander que estaba frente a mi.

– Hija, queriamos discutir contigo un asunto del proyecto. -mi padre habló enseguida y me concentré en prestar toda mi atención en el tema. -Tendremos una rueda de prensa al llegar, confio en que harás

un buen trabajo. Por otra parte, estaba discutiendo con el Sr. Ferrer y el Sr. Lancaster sobre el primer lanzamiento, los tres trabajarán juntos para las tomas de decisiones en cuanto a los diseños, muestras de tela, modelos de prueba y modelos de pasarela, todo debe salir impecable.

Fue inevitable que me sintiera un poco fastidiada, porque mi equipo de trabajo y yo estaríamos encargados de ese tema y ahora debia compartir el trabajo con ambos colaboradores.

No quise mostrar mi incomodidad, después de todo, las tres marcas estaremos trabajando en conjunto y era justo que los tres estemos involucrados de lleno en la Roma de decisiones. No se trataba de un lanzamiento solo de Doinel. Innova y LC también son participes.

Por supuesto, puedes estar tranquilo padre, el lanzamiento será exitoso. Espero que hagamos un buen equipo, Sr. Ferrer, Sr. Lancaster, dije pasando la mirada por ambos hombres que estaban frente a mi.

Por favor, Sra. Doinel, llámeme solo por mi nombre, trabajaremos juntos por un año, podemos tener un poco de confianza. -dijo Julián con tono amable, antes de tomar un sorbo de su copa de vino.

Todos guardaron silencio y miraron a Julián, mis padres con una sonrisa amable y Alexander como si hubiese dicho algo malo.

-De acuerdo, Julián, también puede ilamarme por mi nombre. Je respondi del mismo modo que el y antes de que Juan pudiera decir una sola palabra, Alexander aclaró su garganta antes de decir.

-Sarah, creo que nuestro hijo tiene hambre, ¿me acompañas a darle de comer?-miré a Alexander y me rei por lo bajo al ver a Tristán tan tranquilo jugando con los largos dedos de su padre.

Me pareció infantil de su parte que usara tal excusa por su notable incomodidad.

– Sr. Lancaster, ya le di de comer a mi hijo, estoy segura que no tiene hambre, Tristán tiene su horario de comida. -respondi divertida por la situación y me miró con los ojos entrecerrados.

Tranquilo, Sr. Lancaster, nadie nació aprendiendo a cómo ser padre. -miré con desdén a mi padre, pues desde hace rato he notado que está muy amigable con Alexander. -La paternidad es una etapa maravillosa, quieres estar todo el dia con tu hijo, cuidarlo, ver lo rápido que crece y todo lo que aprende, quieres mantenerlo en una burbuja de cristal para que no le pase nada, quieres protegerlo

con tu vida, aunque algunas veces sea inevitable que le hagan daño. -mi padre habló mirando fijamente a Alexander y pude sentir que era una indirecta muy directa a mi exesposo. Alexander tenia una sonrisa ligera en su rostro y no se borró ni con las últimas palabras de mi papá que iban dirigidas especialmente a él. -Pero siempre estarás ahi para remendar sus alas rotas, sus sueños rotos y recoger casa pieza de su corazón cuando lo hagan pedazos.

Todos se quedaron en silencio por un largo tiempo, mi madre apretó disimuladamente el brazo de mi padre, pero este ni se inmutó, Julián siguió tomando de su copa como si quisiera desaparecer de la incómoda situación y la sonrisa de Alexander disminuyó ligeramente, mientras recorria con su mirada desde el rostro de mi papá hasta el mio. No sé si era mi imaginación, pero pude notar

tristeza y arrepentimiento en sus ojos.

Arrugue mi nariz y desvié la mirada hacia mi padre que ahora estaba tan serio que podia asustar a cualquiera.

Creo que no era el momento para hablar de aquello, eso era cosa del pasado, ya no tiene caso que lo mencioné y menos frente a

terceros. ¿No se suponia que se llevaban de maravilla?

Papá, creo que nos estamos desviando del tema por el que me llamaste, puedes darle tus sabios consejos de paternidad en

privado. -dije para eliminar la tensión que se habia creado.

No obstante, Alexander no parecia dispuesto a dejar el tema.

-Gracias, Sr. Doinel, sus consejos me servirán de mucho, quiero agregar que le enseñaré algo que he aprendido con los años y es

que, somos humanos y como todos, cometemos errores, le enseñaré a perdonar y a dar segundas oportunidades a quién lo merezca. -lo

miré atónita y senti la sangre subiendo a mis mejillas.

Este hombre es un desvergonzado, ¿cómo se atreve a decir aquello tan deliberadamente?

¿Qué quiere decir con esto?

Su mirada seguia fija en mi, como si no hubiera nadie más en la mesa. Me adelante antes de que alguien más hablara.

– A quien de verdad lo merezca. -dije inexpresiva, sosteniendo su mirada nostálgica y justo en ese momento, el piloto avisó que ya

íbamos a aterrizar. -Volveré a mi asiento. Padre, retomamos el tema en la junta directiva.

Mi padre asintió con su cabeza, por su expresión, sabia que estaba avergonzado por iniciar la incómoda conversación llena de

indirectas.

Tomé a Tristán quien se negaba a separarse de su padre, pero Alexander le susurró unas cuantas palabras y este asintió elusivamente

antes de bajarse de su regazo y caminar conmigo tomados de la mano.

Al sentarme en mi asiento y abrochar los cinturones, Vincent me miró preocupado antes de preguntar,

-¿Tan mal te fue?

Miré a Abby, que se estaba despertando de su largo sueño y se abrochaba el cinturón perezosamente.

–Como no tienes idea. -respondi en voz baja y Vincent soltó una risa, burtándose de mi.

Ay, princesita, no siempre lodo sale como uno lo planea. Solo espero que la tormenta se calme un poco, serà un año muy largo para ti. -su mano se posó en la mia para darle un apretón como si me estuviera animando, pero sus palabras lograron el efecto

contrario.

– Gracias por recordármelo, mosquetero.


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